domingo, 30 de abril de 2017

Confesión

Soy un asesino. He acabado con cientos de vidas, miles de veces. Un asesino despiadado. He sesgado indiscriminadamente vidas de hombres, de mujeres, de ancianos y de niños. He violado su existencia y roto las promesas que aún no les había dado tiempo a cumplir. He agarrado con determinación mi cuchillo de letras y los he cortado, pinchado, rajado, degollado, desmembrado, tajado, atravesado, mutilado, lacerado, despedazado y cercenado con execrable satisfacción. He disparado mi pistola de palabras y los he acribillado, hendido, agujereado, triturado y les he desvencijado cada centímetro de su piel. He agarrado con saña, perfidia e iniquidad lo que otrora habían sido unas piernas sanas y he arrastrado el occiso cadáver página por página, mostrando su truculencia
                                              párrafo
                                                                                   por
                                                                                                                           párrafo
con una sonrisa perversa dibujada en mi rostro, pintando cada línea de rojo, de grana, tiñendo cada frase de una humedad tibia y escarlata, impregnando cada término de un sabor férreo y manchando cada verbo, envolviéndolo uno tras otro de viscosidad encarnada.  
                                                    Sonriendo
                                    porque                           sé
que                 aun                      sabiéndome                               culpable
          el                lector                          dejará                de                            leer,
cerrará                                               el                                            libro
                                                     y
o         l                     v               i                       d                a            r                         á
  t                           o                    d                    a                                      s
        l                                 a                                                     s
g                           o
                                                    t                          a                           s
                                                                                                    d                     e
      s                                      a                                            n               

                          g                                                         r                                             
                
                                                                                          
                                                                                                
e








                                                                 
 .









Manuel Murillo de las Heras

jueves, 27 de abril de 2017

Bola 8

Jaime miró la negra y tuvo la impresión de que ésta incluso le devolvía la mirada. La partida se decidía, probablemente, en aquel tiro. Se puso tras la blanca y apoyó suavemente el taco sobre su pulgar arqueado, buscando el ángulo, buscando con éste a la negra como un francotirador escruta la ciudad buscando su objetivo en lo alto de un terrado. Tomó aire, tratando de acompasar la respiración. Hasta la vibración incontrolada de los pulmones podía provocar una variación del ángulo que erraría el tiro. Dejó de mirar el taco y posó la mirada en la bola 8. Su negrura esférica rompía de forma abrupta la plácida y lisa monotonía verde de la mesa. Su superficie era brillante y, en ella, Jaime podía verse reflejado como una sombra agazapada, un oscuro trasunto convexo y confuso de la inseguridad. La suavidad pulida del taco recorría centímetros en la piel de sus dedos una y otra vez, indecisa.

-¿Sabes, Jaime? - susurró Abel, sentado tras él. Su voz llegó a los oídos de Jaime a duras penas, tropezando las palabras en el entrechocar de vasos y el ronco recorrido de los taburetes en el áspero suelo del bar - Hay en este mundo dos tipos de personas: Las que mienten a los demás y las que se mienten a ellas mismas.

-¿A cuál de ellas perteneces tú, Abel? - Dijo Jaime entre dientes, su mirada fija aún en la bola negra.

-Es curioso - musitó Abel. Jaime no lo veía, pero el tono de su voz poseía la característica entonación que adquiere cuando ha escapado de unos labios que sonríen -, yo iba a preguntarte lo mismo.

La negra en sus ojos y en sus ojos la mirada que una vez contempló la vida como si ésta fuese a durar para siempre. El taco en sus dedos, y sus dedos en sus manos y en sus manos el etéreo recuerdo del cuerpo tibio y dulce de una mujer a la que habían acariciado con la tranquilidad de creer que podrían amarse por siempre. El miedo en su rostro, y en su rostro las mejillas y en su mejilla una lágrima que terminó por caer al suelo en un adiós húmedo y precipitado. Y el tiro en su acto y en su acto el error de quien cree que podrá repetirlo una vez más. De quien ha vivido acostumbrado a las oportunidades. De quien se ha engañado a sí mismo. El taco golpeó la blanca y la blanca la negra y la negra la garganta del agujero. Del agujero equivocado.

-Has fallado - dijo una voz a su espalda. Jaime se irguió lentamente.

-Lo sé - musitó. Entonces metió una mano en el bolsillo interior de su chaqueta y sacó el pequeño revólver de cinco balas, girándose hacia atrás con rapidez y buscando a Abel con el cañón de su arma como unos segundos atrás había buscado el ángulo preciso con el taco de madera.

El sonido del disparo inundó por completo el local, algunos vasos cayeron de las manos sorprendidas de los parroquianos y se hicieron mil pedazos en el suelo. Cuando todo el mundo hubo mirado al sitio en el que se había producido la detonación, Jaime se desangraba ya sobre la mesa tiñendo su verdor de grana con el chorreante calor que manaba de su vientre y Abel guardaba ya el arma con la que había estado apuntado a Jaime antes siquiera de que él hubiera golpeado la bola.

-Parece que la duda queda resuelta. Supongo que podríamos haber terminado llevándonos bien - fue todo cuanto dijo. 

jueves, 16 de febrero de 2017

Psicología: personas tóxicas (crítica)

"Los libros de autoayuda no funcionan porque el autoengaño funciona perfectamente" - José Manuel García Montes.


Voy a ser claro desde un primer momento: no he leído el libro. Ni "Gente tóxica" ni su secuela de original título "Más gente tóxica". No es por nada, es que prefiero gastarme el dinero en otros libros. Ni en el de Bernardo Stamateas ni en el de Lillian Glass. No sé quién de los dos lo inventó pero bueno, poco importa. Así que voy a hablar sin demasiado conocimiento del libro como tal, pero sí he leído sin embargo todo el eco que se le ha hecho en una cantidad inconmensurable de blogs. Bueno, supongo que no necesito presentar la teoría de la gente tóxica. Durante un tiempo (y aún hoy) ha sido uno de los mayores best sellers de autoayuda disponibles en el mercado y su teoría, al ser tan sumamente fácil y simple, ha estado en boca de todos en un momento u otro.
Y es que lo que se pone de moda tiende a ser lo sencillo de entender, lo reduccionista. Esto no quiere decir que sea necesariamente mejor o peor. Sólo lo dejo en el aire. Esta teoría nos dice que hay una serie de personas que son tóxicas (están bien clasificadas taxonómicamente según sea la conducta negativa que resulta tóxica para nosotros) y si queremos que nuestra vida vaya mejor, lo que debemos hacer es identificarlas y alejarnos de ellas

Bien, para empezar, lanzo una pregunta:
¿No resulta vanidoso comprar este libro? Quiero decir, conociendo la premisa anterior, al comprar el libro significa que estás dando por hecho que las personas "tóxicas" son las demás, no tú. La persona que compra este libro porque necesita "ayuda", la necesitará porque nota en sí algún tipo de malestar. Conociendo esta teoría, me pregunto ¿No se habrá parado antes a analizar si la persona desagradable es él o ella, y su patrón de conducta molesta a los demás y hace que o bien se alejen, o bien sean algo cabrones con él? O quizá sea una persona falta de habilidades asertivas y otra persona que no es "tóxica" con los demás, por una cuestión de intereses se vuelve "tóxica" con él porque simplemente ve que no hará nada para remediarlo y puede aprovecharse. O sencillamente eres igual que la otra persona, pero tenéis intereses opuestos. Bueno, a esto iré más adelante. Sólo quería dejar esa pregunta también en el aire, no soy yo quien debe contestarla. 

Bien, si algo hace bien esta teoría es etiquetar. Es como un DSM, pero mucho más genérico. Y nos encanta etiquetar. Por tanto, si algo no hace esta teoría es beneficiar a las personas tóxicas. Eso es bueno ¿No? Son tóxicas, que se jodan. ¡Que no sean tan tóxicas! Pero claro, el problema que tenemos las personas buenas y maravillosas que no somos tóxicas es que generalizamos mucho, sin darnos cuenta y de manera natural. Por tanto, al final lo que hacemos es etiquetar como tóxica a una persona por el simple hecho de que es distinta a nosotros o sencillamente porque nos cae mal. La teoría nos enseña a categorizar, y es tan satisfactorio señalar a alguien con el dedo y decirnos "esa persona es tóxica y yo no" que cualquier pequeña seña nos basta de excusa para hacerlo. Y es que esta teoría pretende reducir la compleja globalidad holística de un ser humano a una conducta concreta. El envidioso, el criticón, el autoritario, el manipulador, el pesimista, el neurótico... porque hacen tal o cual cosa, y ya está, que le den al contexto y a todos sus demás rasgos.   

¿Acaso no tenemos cada uno rasgos como ésos en según qué situaciones? Pues cuidado, que no se te escape ninguno en ningún momento, porque alguien podría identificarte y poner la voz de alarma: ahora eres una persona tóxica. Y entonces pueden pasar muchas cosas. Las menos evidentes al ojo inexperto: la profecía autocumplida y la confirmación del estereotipo. No voy a entrar en esos conceptos, pero una cosa que podemos notar en las personas en las que hemos calificado como tóxicas es que si, en lugar de ser asertivos con ellas nos limitamos a alejarnos, esa persona no aprenderá nada y su patrón de conducta negativa se acentuará por mucho motivos distintos según la persona y su historia personal. Si actuaba de esa manera porque no le gustan los demás, al ver que han conseguido el efecto deseado esto les reforzará y su conducta se acentuará. Si lo hacen precisamente por una falta de habilidades sociales, problemas de dependencia o apego, etc, el alejarnos simplemente no le enseñará nada nuevo y con la próxima persona que conozca utilizará su repertorio de conducta de manera más potente aún, porque cree que le funciona, para retener a los demás. Y ni que decir tiene que nuestra habilidad para generalizar y etiquetar a alguien a la primera de cambio puede hacer que una persona que sólo tenga un pequeño problema de interacción social acabe señalado por todos y desarrollando así unos problemas mucho más acentuados. En fin, son sólo un par de ejemplos y hasta ahora todo ha sido para explicar en qué beneficia esta teoría a las personas calificadas como "tóxicas". Ya os digo que en nada, por si en algún momento os habéis perdido. 

Vamos ahora con la otra parte: ¿En qué beneficia a las personas que compran el libro y aprenden la teoría? La respuesta parece obvia: Aprenden a identificar a las personas tóxicas y a alejarse de ellas. ¿Beneficia esto? Sí, claro, pero sólo momentáneamente y a corto plazo
¿Realmente pensáis que es lo correcto enseñar a huir de un problema en lugar de enseñar a manejarlo? ¿No sería más provechoso, en lugar de enseñar a identificar una persona problemática para huir de ella, entrenar estrategias de afrontamiento y técnicas de regulación emocional?
Llamadme loco, pero me parece que esto no es lo que profesa esta teoría. Y no digamos ya de que no mencionan nada acerca de la importancia contextual. En realidad lo mencionan, pero de qué manera. He leído blogs que dicen cosas como "7 personas tóxicas que debes evitar en el trabajo". Ojo ¿eh? Porque en el trabajo puedes hacer todo lo que quieras. Y, por supuesto, evitar por completo a cualquier persona que en tu empleo tenga cualquier rasgo anteriormente mencionado no te va a obstaculizar para nada en el trabajo. 
Nótese la fina ironía. 

Evitar sistemáticamente una situación que valoramos como problemática por mecanismos de atribución nos llevará a problemas a largo plazo. Esto se llama, para quien le interese, evitación experiencial destructiva. Y es precisamente lo que enseña esta teoría, al menos, en sus blogs. Olvídate del contexto, olvídate de centrarte en lo que quieres conseguir a largo plazo. Identifica los problemas y HUYE de ellos. 
¿Para qué entrenar la asertividad y las habilidades de interacción social, o técnicas de autocontrol?
Esta teoría nos enseña a ser débiles, a no afrontar debidamente los problemas. Nos enseña que la solución es huir, y que funciona. Y efectivamente así es, porque en el momento en el que dejamos de tener a esa persona que nos molesta cerca nos sentimos mejor. Pero esto es sólo momentáneamente. ¿Por qué estabas antes con esa persona? ¿Qué había a su alrededor, qué era importante para ti? ¿No lo has perdido, no te has alejado también de eso? 

Como esto nos funciona, es fácil aplicar el mismo mecanismo con el resto de problemas. Así, aprendemos a alejarnos de las situaciones aversivas en lugar de afrontarlas, porque el libro nos ha mostrado que funciona. ¿Que la gente con la que me junto tiene defectos que me molestan? pues la próxima vez me voy a quedar en casa cuando me digan de salir. Anda, ha funcionado, he estado a gusto. La próxima vez probablemente repita. Pasará un mes,  dos meses... llamarás a tus amigos y serán ellos quienes no te vuelan a coger el teléfono. 
Otra situación: Tu jefe es una persona tóxica. Fácil, no vayas al trabajo. O intenta evitarlo cuando te llame. No te digo lo que pasará en un mes o dos. 
Otra: El médico me ha dicho que tengo el colesterol alto y que tengo que hacer ejercicio. Empiezo a correr, pero no lo hago adecuadamente y me siento mal. En lugar de probar a exigirme menos o algo, opto por quedarme en casa sentado y así evitaré ese malestar. Ya funcionará el danacol. 
Otra: Quiero sacarme un título, pero me da grima ponerme delante de los apuntes. Y no digamos ya de ir a clase. Ayer me quedé en casa jugando a la play y me lo pasé de puta madre. El día siguiente amanece y por un lado sopesas lo poco que te apetece ir a clase y, por otro, lo bien que te sentiste ayer faltando y jugando a la consola en su lugar...

Y así con cualquier cosa que se te ocurra: Evitar una experiencia negativa para sentirte bien ahora, a costa de perder cosas en el futuro. Falta de estrategias de afrontamiento y de autocontrol. De no identificar adecuadamente nuestro contexto y qué es relevante en él, no clarificar nuestros valores y no valorar las consecuencias a corto y a largo plazo de nuestras acciones. 

En definitiva, que este rollo de la gente tóxica supone un riesgo tanto para quien se aleja como para la persona de la que se aleja. Aprendemos a evitarlas y, como nos funciona, lo haremos con el resto de cosas aversivas. ¿Crees que no?
Bueno, si crees que no, no importa: el autor de "Gente tóxica" ya se ha ocupado de sacar otro libro titulado "Emociones tóxicas", para que aprendas a huir incluso de tus emociones, pasándose por... sus best sellers que las emociones no son malas en sí mismas, sino que lo que supone un problema es lo que hacemos con ellas... y precisamente cuando tendemos a tener un patrón regulación problemático es cuando identificamos a las emociones como malas per sé. 


lunes, 14 de noviembre de 2016

Cómo ganar al "ahorcado"

Antes de nada, me gustaría aclarar que no he puesto el título de mi entrada en Google para ver qué encontraba, no he mirado qué hay ya escrito sobre esto, así que es probable que repita algo que ya se diga en otros blogs. Me la suda. 

Bueno, he de decir que a mí siempre me ha encantado el ahorcado. A estas alturas creo bastante prescindible el enrollarme explicando cómo se juega para los nuevos... Doy por hecho que todo el mundo sabe. No obstante, quisiera aclarar una cosa que algunas veces me ha causado disputas con quienes he jugado: Se juega con sustantivos. Nada de nombres propios, porque entonces el juego se hace tan difícil que se vuelve aburrido (Dostoievsky, Gatsby, Freud, Baudelaire, Tolstói...). Y tampoco es recomendable mezclar sustantivos o verbos. O una cosa o la otra. Bajo mi experiencia, los sustantivos son lo mejor. Los verbos son mucho lío e incluso puede haber malentendidos. 
La diversa y divertida conjugación del verbo "roer"



Bueno, vamos al meollo. Empezaré por ponerme en el lugar de la persona que escoge la palabra. El error de principiante más común es pensar que lo único que hace falta para ganar es coger una palabra larga y enrevesada, como esternocleidomastoideo, desoxirribonucleico u otorrinolaringología. MAL. ¿Por qué? Porque cuantas más letras haya, mayor es la probabilidad de decir una por puro azar. Yo también fui principiante hace tiempo y utilicé esternocleidomastoideo un montón de veces. Rara vez funcionaba. ¿Sabéis cuál es el sustantivo que más me ha funcionado?

Ñu, mi palabra favorita en el ahorcado

Ñu


Sí, dos letras. Y además una de ellas no acude con frecuencia a nuestra mente cuando jugamos al ahorcado. Maravilloso ¿Verdad?
Ése es el principal secreto. Pocas letras. ¡Ojo! No es lo mismo pocas letras que palabras cortas. ¿Por qué? Porque una palabra puede ser larga pero aún así tener pocas letras. Sobre todo si son vocales. Cuando jugamos al ahorcado siempre empezamos diciendo las vocales, así que hay que tener un especial cuidado con las vocales que escojamos. Por ejemplo, supongamos que cojo una palabra de ocho letras y decís la A. Y pongo esto:


A_a_a_ _a

Desconcertante ¿Verdad? Pocas palabras se sugieren con una única vocal. Ahora sólo quedan tres huecos, pero quedan 22 consonantes. Mientras tanto, yo me puedo reír mientras fallas una y otra vez. La palabra es Alabarda
Ahora imaginemos que cogemos una palabra con más vocales y empezáis diciéndolas todas. Porque siempre se empieza por las vocales. Y queda esto:


_u_ _ie_a_o

Faltan incluso más consonantes que en la palabra anterior, pero basta con pronunciarlo mentalmente para que murciélago te venga a la cabeza y, si no lo hace, a la primera consonante que aciertes ya vendrá la palabra entera. 

Esto respecto a las vocales. Cuantas menos vocales diferentes mejor. Da igual que la palabra tenga catorce vocales, si las catorce son la misma vocal. Ahora vamos a hablar de las consonantes. 

Seguro que hay por ahí algún gráfico donde sale la frecuencia de las vocales en la lengua española, pero paso de buscar. Os voy a hablar directamente de mi experiencia. A mí las letras que mejor me funcionan son: 

F, H (sobre todo cuando es muda), X, K, Ñ, Y (sobre todo cuando actúa como vocal), Q, Z, V, J y G (sobre todo cuando su fonema es el de la J). 

Por otro lado, las primeras que se suelen decir (sin tener en cuenta las vocales) son: C, M, R, S, T, P y D
La W ni la he mencionado porque esa es de cajón. La F quizá os extrañe, pero es cierto que la gente la dice poco. Cuando me di cuenta, comencé a utilizarla como un cabrón. Dicho esto, pondré como ejemplo algunas palabras sencillas (cuanto más sencillas sean más rabia le dará a tu oponente fallarlas, y cuanto más enrabiado esté más probabilidad habrá de que en su turno escoja palabras como esternocleidomastoideo) con las que les he dado más de un dolor de cabeza a mis amigos:

Ñu
Yo
Sol
Alabarda
Saxofón
Azahar
Viña
Hoy
Azafata
Heno
Coño (ésta es una risa, porque nadie la acierta y cuando lo ahorcas y pones la Ñ, tu adversario pone una cara que no tiene precio)
Querella
Arroz
Viaje
Kiosco
Perenne
Xilófono
Caña (Os aseguro que dirá la S y la J, y puede que hasta la Z)
Viejete
Buey
Araña
Dehesa
Azteca
Ahorro
Mequetrefe

En fin, podría seguir, pero creo que con estos ejemplos ya debéis de haber pillado cómo va el rollo. Palabras sencillas, con el menor número posible de vocales diferentes, y si una de las vocales es una Y, mucho mejor, e incluir las consonantes anteriormente mencionadas y también dobles consonantes como LL o RR

Por último, un malvado truco. Si nos dicen una vocal que tenga otra que se le parezca fonéticamente (como N y M) y nos dicen la correcta, iremos a apuntar directamente en el hueco y, en el último instante, con el lápiz sobre el papel, le haremos dudar de la siguiente manera:

-La N
(Vamos a poner la letra, chascando la lengua porque nos lo han acertado, y justo antes detenemos la mano y decimos):
-Espera... ¿Has dicho la M o la N?

No es un truco ni mucho menos infalible, pero a veces funciona. Funciona más cuanto más cerca esté el otro de perder. Se pone más nervioso. 

Un último consejo respecto al escribir las palabras: No escribas la primera que se te ocurra. Si es la primera que se te ocurre es porque es muy fácil que dicha palabra venga a la mente. 

Y bien ¿Qué ocurre si nos toca acertar la palabra? Aquí hay menos trucos, dependemos enteramente del ingenio del adversario. Yo recomiendo empezar por la vocal A, y si no tiene A recomiendo ir directamente a la U o a la I. ¿Por qué? Porque las vocales que tienen más frecuencia son las abiertas. Es posible que, si no tiene A, nos haya buscado una palabra rebuscada de bocales cerradas como "Intríngulis" o "Ruín". Parece que mi manera de pensar es enrevesada, pero parezca lo que parezca esta estrategia es la que siempre me ha dado buenos resultados. Y de las consonantes, empezar diciendo tres de las comunes (S, M y P, por ejemplo). Si ninguna de ellas nos da resultados, pasar a consonantes raras como Z o X. Si algo me dice la experiencia es que una persona poco ducha en el ahorcado no sólo no va a adivinar palabras que contengan la F o la H muda, sino que a la hora de elaborar palabras tampoco va a pensar en esas letras como letras difíciles de adivinar, por lo que, aunque lo sean, no os recomiendo que las busquéis si veis que quien juega contra vosotros no tiene mucha experiencia. La F, la H, la G y la J, como veis, son armas de doble filo. Mi último consejo cuando juguéis teniendo que acertar la palabra es, sobre todo, no perder nunca la calma y empezar a decir letras a lo loco. Una vez se tengan las vocales, pronunciar la palabra tal cual mentalmente unas cuantas veces y decir una consonante que pueda encajar. Si no funciona, probar otra que no sea parecida. Es decir, si no es la M, no pruebes inmediatamente con la N. Si no tienes ni idea, es mejor no ofuscarse en lo que has creído de primeras y probar cosas nuevas. 

Y creo que esto es todo. Espero que esta entrada os haya servido para ser más cabrones a la hora de utilizar un folio y un lápiz cuando falte un profesor. O cuando el profesor no haya faltado pero aun así os estéis aburriendo como ostras. 


Una última anotación. A mí no me gusta que mi adversario pierda siempre. Si quisiera hacerlo, sólo tendría que utilizar palabras que no conozca ni el tato y que incluyeran tan sólo una o dos consonantes de baja frecuencia, como Trashumancia, Enxundia, Oxímoron, Enálage, Felonía, Exégesis, Loor, Ojizarco, Hogaño, Biervo, Uxoricidio, Occiso, Apotropaico, Adlátere, Nefando... A mí me encantan ese tipo de palabras, porque me gusta mucho escribir y de vez en cuando me gusta colar alguna. Pero utilizarlas para ganar al ahorcado sería ser demasiado cabrón. Ganar siempre es aburrido. Lo que a mí me gusta es que mi oponente sufra, pero que de vez en cuando acierte... Pero que le cueste, sobretodo que lo haga cuando sólo queda una oportunidad. Bajo mi punto de vista, ésta es la manera más divertida de jugar. 

jueves, 1 de septiembre de 2016

Soledad compartida.

A un lado de la carretera, bajo el truculento sol estival, aún sigo pensando en ti. Tengo hambre, pero no pienso en comida. Tengo sed, pero no pienso en agua. Pienso en ti no porque quiera, sino porque no puedo evitarlo. Rememorarte evoca en mi mente recuerdos tan letíficos como infaustos.

El asfalto, caliente con la luz del medio día, hace arrastrar su ardor por la brisa muerta, subiendo a la altura de mi cabeza y provocando que hasta respirar me resulte un desafío. Aún así, sigo absorto en mis remembranzas. Hay un pensamiento muy reiterado. En concreto, es una pregunta. Mientras camino por el asfalto abrasador, quemándome la piel desnuda, no dejo de imaginarte delante de mí, mientras te hago esa pregunta con la mirada:

¿Por qué me has abandonado?

Yo te quería. Y te sigo queriendo. Y creo que siempre te lo he demostrado. Te decía que te quería cuando iba tras la pelota y te la traía de vuelta. Te lo decía cuando me pasaba un cuarto de hora saltando a tu alrededor cada vez que entrabas por la puerta de casa, aunque sólo hubieras estado fuera cinco minutos. Te lo decía cuando movía el rabo al oírte pronunciar mi nombre. Te lo decía cuando me pegabas y, a los pocos minutos, volvía a sentarme a tu lado. Y te lo digo ahora, que a pesar de que me has abandonado sigo sin poder controlar el meneo de mi cola al recordar tu voz. Y eso es lo más terrible de todo. Lo peor no es que me hayas abandonado; lo peor es que no soy capaz de odiarte a pesar de ello.

Si después de todo lo que he sufrido te viera aparecer al girar la carretera, aunque supiera que ibas a pegarme, aunque supiera que me ibas a abandonar de nuevo, no podría evitar lanzarme hacia ti para darte un abrazo, entre ladridos de alegría, y cubrirte el rostro a lametones una vez te hubiera alcanzado.

Los seres humanos tenéis una ventaja muy importante sobre nosotros: sois capaces de olvidar. Por eso sé que no estarás ahí cuando gire la carretera.

Y, como yo no soy capaz de enterrar nada en el olvido como siempre pude enterrar mis juguetes en la tierra, lo único que puedo hacer mientras me voy consumiendo poco a poco en este mundo hostil es pensar en ti.

***

Volvía del pueblo a la ciudad, caminando, cuando lo vi en lontananza al girar la carretera en uno de esos días en los que hace tanto calor que te preguntas, con esperanza, si morirás pronto. A él lo había echado de casa su familia y a mí el banco. Pero ambos compartíamos algo en común: No teníamos nada que compartir. Desde entonces, por esa razón, lo compartimos todo. 

Al ver mi silueta levantó el morro y arqueó las orejas, pero al fijarse mejor en mí volvió a bajar la vista y comenzó a caminar de nuevo, cabizbajo. Cuando pasé a su lado no volvió a mirarme. Su caminar era torpe, a ojos vistas estaba exhausto. Su lengua, reseca, le colgaba en apariencia inerte a un lado de la boca. Al ver su mirada perdida tuve la absurda impresión de que se encontraba sumido en sus propios pensamientos.  

Vertí un poco de agua de mi botella de 250ml en la concavidad de la palma de mi mano y le silbé. Nada más ver el brillo acudió de inmediato. Estuvo lamiéndome la mano aún cuando ya no quedaba nada de agua, impidiéndome verter más. Su collar me indicó que otrora había tenido dueño, probablemente alguien que en ese momento andaba muy lejos de allí. Alguien que ni siquiera se merecía las insulsas gotas de agua que aquel perro estaba lamiendo como si se tratara del sueño de su vida. Le di un poco más, y lo acaricié. Él me respondió con un ladrido. Os parecerá una tontería, pero juraría que con ese ladrido intentó decirme algo. Algo alegre, a juzgar por su tonalidad. Así fue como nos conocimos.


Hogaño nos limitamos a vivir como podemos, día a día. Yo toco la armónica en la calle, intercambiando notas por la buena voluntad de aquellas generosas personas que o bien se enamoran de la melodía o bien sienten lástima de mí. Cuando me alcanza el dinero, compro una barra de pan y le doy a él la mitad. Siempre se la come con calma, a mi lado, porque sabe que no se la voy a arrebatar.

De vez en cuando se sienta un poco alejado de mí y se queda contemplando, absorto, la esquina de la calle por la que no para de salir gente, cada uno con su propia vida y sus particulares problemas. Aunque han pasado años, sigue haciéndolo todos los días. Como si esperase a alguien, como si aguardara que después de tanto tiempo una persona a quien aún no ha olvidado fuese a aparecer por esa esquina y a dirigirse a él, para llevarlo de nuevo a una vida con unos problemas seguramente muy distintos a los que tenía la mía.

En esos momentos lo llamo con un silbido y él acude a mí sin dudarlo dos veces, meneando el rabo, y se sienta a mi lado lo suficientemente cerca como para que lo pueda abrazar.

En esos instantes, a pesar de que lo que tenga en el bolsillo no me llegue ni para comprar otra barra de pan, me siento rico.

martes, 9 de agosto de 2016

Sobre la crítica a los jugadores de Pokémon Go.

Hola ¿Qué tal? Al habla Mfoaf. He decidido abrir un nuevo blog porque no quería grabarme hablándole a la cámara y esto que quiero decir no tiene cabida coherente en ninguno de mis otros blogs. Así que aquí estamos. 
Lo primero de todo: Esta entrada, si bien está orientada a que la lea todo el mundo, está especialmente dedicada a los detractores de los jugadores de Pokémon Go. No voy a defender el juego, no es ésta mi pretensión. Sólo voy a ofrecer una opinión de la exagerada aversión que parece generar. 
Hay cientos de imágenes que pululan por Facebook y por Instagram que rezan cosas tales como "Deja el Pokémon Go y busca trabajo" en el mejor y más respetuoso de los casos. Seguro que estáis hartas de verlas, y no voy a malgastar vuestro circunscrito tiempo en que las leáis todas de nuevo. Pero sí quiero poner ejemplos de otras opiniones donde la gente da la cara públicamente y habla con su voz. Por desgracia, Carlos Herrera y Bertín Osborne, nuestros más quijotescos paladines del intelectualismo nacional, no parecen haberse pronunciado aún sobre el tema. Pero uno de los grandes jinetes del cuñadismo, Álvaro Ojeda, sí que lo ha hecho. Gracias, Álvaro, como siempre, por tu opinión. 


Bueno, para empezar tenemos a este hombre (creo, porque distorsiona su voz en el vídeo), quien se pasa el primer minuto del vídeo y gran parte del resto repitiendo "¿Estamos tontos o qué? ¿Estamos tontos o qué? ¿Estamos gilipollas o qué nos pasa? España es un lugar de gilipollas. ¿Estamos tontos o qué? Esta aplicación es gilipollas y quien la utiliza se convierte en gilipollas extremo. ¿Estamos tontos o qué? ¿Estamos tontos o qué?" Y, por supuesto, también dice que la gente tendría que estar buscando trabajo en vez de jugar a esto. Es como comer chicle y caminar, son dos cosas incompatibles que no se pueden hacer a la vez, parece. En fin, vamos con el siguiente. 


Como no podía ser de otra manera, un señor mayor como tantos otros que nos encontramos en nuestra vida, amantes de telecinco y de la prensa sensacionalista en general, nos insulta con gran desparpajo en este vídeo (Cabrones, entre otros términos peyorativos), y nos insta con ayuda de ademanes de la mano, una vez más, a que nos pongamos a buscar trabajo de una vez y dejemos de buscar pokémons. Gracias por su consejo, señor, es la primera vez que lo oigo. 


Esta chica comienza su vídeo diciendo algo que me encanta: "El mundo se ha vuelto loco. Antes veías a la gente pasando el verano en la piscina o comiéndose un helado, de esos que se te derriten antes de acabarlo. Ahora no. Todo eso ha cambiado. [...] la gente seguirá necesitando horas para cumplir su cometido: Capturar pokémon". Estoy de acuerdo con su opinión hasta cuando menciona a los pokémon. Como si el estar pegado a una pantalla en el verano fuera una primicia. El siglo XX terminó hace 16 años. Los padres llevan ya lustros comprándole a sus hijos tablets en vez de balones y bicicletas, y dejándolos pegados delante del televisor en lugar de sacarlos a la calle. Muchos años. Llegas un poco tarde para lamentarte de que la gente use la tecnología en verano, amiga. 


También me encanta la perla que suelta este tío antes de ponerse a criticar al juego y a sus jugadores: "Que a alguien le guste una puta mierda no lo convierte en una persona de mierda -empezabas bien, colega, pero tuviste que seguir-, quizá le convierta en una persona de mierda no reconocer que sus gustos son una mierda y que en su narcisismo esa persona crea que todo lo que hace es de un nivel elevado". Una frase que se convierte por su propio peso en el súmmum de la ironía. Lo siento, pero te has tirado unas piedras muy grandes contra tu propio tejado. Porque una persona se convierte en una persona de mierda cuando esa persona cree que todo lo que hace es de un nivel elevado. De un nivel elevado, como tu incuestionable opinión ¿Verdad? Que si tú dices que Pokémon Go es una puta mierda, es que es una puta mierda y no hay más que hablar. De gustos no había nada escrito hasta que hiciste ese vídeo. Coño ya. 


Y, cómo no, Álvaro Ojeda. Este vídeo es una antológica colección de perlas tales como: "La gente está agilipollada. La gente está agilipollada", "A esa edad yo estaba tirándome a to lo que se menea, y si no había tías estaba en mi casa haciéndome una paja", "está la orilla llena de gilipollas y la playa llena de gilipollas cogiendo pokémon", y demás cosas que pueden resumirse en que pudiendo tirarte a tías o estar haciéndote pajas ¿Por qué estás jugando al pokémon? Pues yo que sé, Álvaro, resulta que la gente decide lo que quiere hacer con su tiempo libre. Algunos deciden jugar a un juego del móvil, otros deciden grabarse en vídeo insultando gratuitamente a personas que no conoce. 

Seguramente, además de estos vídeos y de imágenes y textos en Facebook (Quien dedica su tiempo a navegar en facebook no tiene ningún problema en la sociedad, por supuesto), también los jugadores de Pokémon Go se hayan visto en situaciones incómodas al soportar la opinión de sus familiares. Yo tengo la aplicación, pero no la utilizo casi nunca porque vivo en una zona bastante apartada y no hay nada, y cuando salgo prefiero utilizar el móvil para escuchar música. Pero por el sólo hecho de tener la aplicación en el móvil y hacer comentarios de vez en cuando ya he oído cosas como "Madre mía, con la edad que tienes ya", "No serás tú otro de esos retrasados que van por ahí buscando pokémon", y un amplio etcétera. 

No entiendo esta aversión, de todo el mundo, hacia esta nueva moda. Me parece de lo más irracional, por lo que explico a continuación.

La crítica global se basa en dos cosas, siempre:

  • La gente, con la edad que tiene, jugando al pokémon.
  • La gente, en vez de buscar trabajo, jugando al pokémon. 

Respecto a la primera: Incluso he visto decir eso a personas que comparten frases como "Un adulto creativo es un niño que sobrevivió" y cosas así. ¿Quién nos ha nombrado jueces de cómo los demás deciden pasar su tiempo de ocio? ¿Por qué a la peña le importa tanto cómo personas a quienes no conocen pasan el rato? Es horrible que salgan a la calle y queden con amigos para pasear juntos mientras juegan a una aplicación móvil. Es casi tan horrible como ir por la calle matando bebés y bebiendo su sangre. Es denunciable. ¡Esa persona está pasándoselo bien sin molestar a nadie! ¡Yo no me divierto de la misma forma que ella, por tanto está haciendo algo equivocado! ¡Llamad a la policía, me perturba!

Respecto a la segunda, básicamente se anula de la misma manera que la primera: ¿Es que una aplicación del móvil y buscar trabajo es algo absoluta e irremediablemente incompatible? Hay gente que está trabajando y en su tiempo libre juega al pokémon. Hay gente que está estudiando y en su tiempo libre juega al pokémon. Y otra gente que también juega y busca trabajo ¿Sabéis por qué? Porque el pokémon te chupa la batería del móvil en tres cuartos de hora, así que tienes veintitrés horas y media más de día para mirar infojobs.net. 

¿A qué viene tanta animadversión por lo que la gente decide hacer con su ocio cuando lo dedican concretamente a esto? No veo a nadie criticar al nivel que alcanzan las críticas de Pokémon Go a la gente que se pasa horas y horas en Facebook, horas probando filtros en Instagram, horas haciéndose fotos en Snapchat, tardes enteras viendo capítulos de Juego de Tronos o Walking Dead, tardes enteras frente al ordenador viendo vídeos de Dalas Review, de Auronplay o del Rubius, o personas que ya son bien mayorcicas y en vez de estar las 24 horas del día trabajando como personas maduras cuando termina su jornada laboral se ponen a ver telecinco, o cualquier película en Netflix, o a jugar al Call of Duty o al Fifa o al WOW, o a leer un libro de ficción que no va a aportar nada útil a su vida porque no es un libro de finanzas ¿No? 

Todas estas cosas son el opio del pueblo, claro que sí, ya no lo es la religión. Pero ¿Por qué tantísimo odio a las personas que consumen un tipo de opio y ninguno al resto? No estoy diciendo que debamos criticar como hienas a todo el mundo. Todo lo contrario. Cada cual decide qué hacer con su tiempo libre y no tiene que rendirle cuentas absolutamente a nadie. La próxima vez que estés viendo un vídeo en youtube sobre cómo la gente busca pokémons en lugar de estar trabajando o leas en facebook una foto graciosa que ridiculiza a los jugadores de pokémon go que están cazando pokémon como gilipollas en vez de estar trabajando, pregúntate a ti mismo por qué estás viendo un vídeo en youtube o por qué estás navegando en facebook en lugar de buscar trabajo.