martes, 19 de junio de 2018

Por qué es imposible que exista El Cielo.

El término Cielo al que me voy a referir en esta entrada hace referencia a la creencia popular de que existe un lugar de gozo, paz y felicidad infinita y eterna en el que te reúnes con tus seres queridos. No necesariamente me voy a referir al Cielo de la tradición Cristiana, que más de una reunión con los seres queridos habla de una reunión con Dios. Si no existe el Dios Cristiano, es obvio que ese Cielo tampoco existe. Para leer cuestiones sobre la existencia de Dios (y demás temas que de ésta se derivan), podéis leer El espejismo de Dios de Richard Dawkins. Sólo voy a hablar de la creencia popular, esa que te dicen desde que eres pequeño, de que cuando mueres vas a un lugar en el que estarás tranquilo, de que las personas que ya se han ido nos ven desde allí, y de que luego todas se reúnen para estar felices. Bien, ese lugar hipotético de la creencia popular es el que a partir de ahora me referiré como Cielo. No me voy a extender en discusiones filosóficas, simplemente voy a mencionar algunos ejemplos que vuelven contradictoria, y hasta perversa, la definición dada anteriormente. Vamos directos al grano. 

- Ejemplo primero: Supongamos dos personas, Pedro y María. Pedro está obsesionado con María de una manera hasta patológica (aunque no es necesario que sea de manera patológica para que sirva de ejemplo, sólo más ilustrativo). Su único ideal de felicidad es estar con ella. La acosa todos los días con mensajes a pesar de que hace tiempo que María ya lo ha bloqueado, llama al teléfono fijo de su casa (teléfono que María jamás le ha dado y a cada hora se pregunta cuántos más detalles de su vida habrá averiguado el tal Pedro por su cuenta), aparece a la salida de su trabajo para preguntarle si quiere quiere que la acompañe a casa. María ya le ha dicho abiertamente que lo rechaza, pero Pedro tiene una obsesión con ella que ninguna negativa podrá disipar. Un día, a Pedro lo atropellan por la calle. Tomando la definición de Cielo como un lugar de felicidad eterna en la que te reúnes con las personas que te importan ¿cómo debe ser el Cielo de Pedro? Según esa definición, la única manera de que Pedro experimentase el Cielo sería que María permaneciese con él durante toda la eternidad. Así encontramos que, por definición, la idea del Cielo de Pedro anula forzosamente la idea del posible Cielo de María, en tanto que para garantizar los rasgos definitorios del Cielo en el Cielo de María, es decir, tranquilidad, felicidad y seres queridos, Pedro no puede estar presente. Para escapar de esta contradicción lógica se me ocurren dos subterfugios: El primero, decir que Pedro no ha sido lo suficientemente bueno como para merecer ir al Cielo. Esta afirmación es perversa, ya que implica que si alguien es bueno contigo forzosamente tienes la obligación de enamorarte de él. Puse a alguien acosador para que fuera ilustrativo, pero basta imaginar a alguien que es muy bueno con otra persona de la que está enamorado y esa segunda persona no siente ninguna atracción por él. Ninguna culpa ni mal acto hay en ninguna de las dos personas para que no merezcan ir al Cielo, pero imaginar el Cielo del primero con la segunda persona sería tremendamente egoísta y anularía de nuevo el hipotético Cielo de la segunda. El segundo subterfugio sería argumentar que es posible que en el Cielo de Pedro esté María, pero que en el Cielo de María no esté Pedro. A partir de ahora, me referiré a este subterfugio como el argumento del trasunto. Si en el Cielo de Pedro hay una María pero María tiene un cielo propio en el que no está Pedro ¿Quién es la María del cielo de Pedro? Las personas que gustan de creer en la hipótesis del Cielo hablan también del alma, que, aunque cada uno la define de diferentes formas - en un espectro que va de una descripción absolutamente religiosa hasta hablar únicamente de energía biológica que proporciona vida pero que no tiene nada que ver con ningún culto religioso -, la mayoría coincide en que es lo que define la esencia de cada uno. De este modo, se infiere que el alma no puede ser divisible, ni duplicable, y que es única. Esto entra en confrontación con el argumento del trasunto. 
figura 1
Me recuerda al problema del alma para las personas que creen en la reencarnación de la almas humanas cuando se enfrentan al hecho de que cada año la población humana tiende a aumentar (ver figura 1). ¿Qué significa esto? ¿Que se crean nuevas almas o que éstas se van dividiendo y cada uno posee una milésima parte de un alma original? La única manera de salir airoso de esto es decir que la María que hay en el Cielo de Pedro no es, en realidad, María, en tanto que no es su alma, sino una imagen fiel de ella, esto es, un trasunto. Al margen del debate de las almas, en la esencia en vida de María estaba su rechazo a Pedro. Si en el Cielo de Pedro María no lo rechaza (y no puede rechazarlo porque entonces dejaría de ser el Cielo de Pedro) significa que no es María sino un trasunto de ella, pues su esencia no puede existir en ese Cielo. Se trata de una imagen de María hecha para satisfacer los deseos de Pedro, pero no se trata de María. Por tanto, es lógicamente imposible que Pedro esté con sus seres queridos y sea feliz en el Cielo, sólo con una imagen engañosa e irreal. Así, es imposible que el Cielo exista tal y como ha sido definido. 

- Ejemplo segundo: Para este ejemplo, más breve que el anterior, me voy a centrar en la parte de la definición del Cielo como un lugar tranquilo, de paz y felicidad eterna. También con el hecho de que las personas que están en el Cielo puedan contemplar a las que están vivas. Esta última creencia es muy importante para estos ejemplos en relación a la imposibilidad de paz y felicidad asegurada, ya que tiene como consecuencia que, aunque el Cielo sea eterno, las personas que lo habitan perciban el tiempo tal y como lo perciben las personas vivas pues contemplan a las personas vivas en un marco temporal, de la misma manera que se demostró que el tiempo durante los sueños de la fase REM no es relativo (todo aquello de que un minuto en la vida real equivale a 60 minutos de narración onírica por la relatividad de la actividad mental) ya que el movimiento ocular de la fase REM (que de hecho REM significa movimiento ocular rápido en español) viene del seguimiento de los ojos a las imágenes de los sueños. Supongamos una persona de ochenta años que quiere con locura a su nieta de diez años y le desea, como es lógico, lo mejor en la vida. A esas alturas (a los ochenta años), poco le importa más que el hecho de que sus seres queridos sean felices. Él, piensa, ya ha vivido lo suyo. Como si se muere al día siguiente. Y así ocurre. Un día muere rápidamente a causa de un infarto. En el cielo, tal y como lo hemos definido, podrá observar a sus seres queridos que aún viven. Va presenciando cómo su nieta va creciendo poco a poco. Y un día, cuando su nieta tiene catorce años, es violada por tres hombres en un callejón mientras volvía del colegio. ¿Cómo es posible que alguien que sostiene que las personas que están en el Cielo ven a quienes están vivos sostengan también que en el Cielo sólo existe la tranquilidad, la paz y la felicidad? Recordemos que, en tanto están observando, el tiempo transcurre igual para la persona que está en el Cielo que para la persona que es observada en vida. Quizá la nieta quede traumatizada de por vida, sea maltratada por parejas futuras, termine cayendo en la drogadicción o hasta la automutilación para huir de pensamientos que para ella sean más dolorosos. Tal vez se de a la bebida o desarrolle un cáncer que la obligue a ir el resto de su vida con una bolsa pegada al cuerpo, o intente suicidarse con el coche pero se quede en cama llorando todos los días hasta que muera a los noventa y cinco años. ¿Todos esos años de sufrimiento, el abuelo, que lo ha estado contemplando y era alguien a quien quería con locura y su mayor deseo era que le fuese bien en la vida, estará feliz sólo por el mero hecho de estar en el Cielo y que éste se defina así? El único subterfugio que se me ocurre para esto es lo que llamaré el argumento del despojo. Es decir, argumentar que una vez que vas al Cielo eres incapaz de sentir sentimientos "malos" como la tristeza, la frustración, la preocupación, la envidia, la angustia, el dolor, la ira, etc. O lo que es lo mismo, que al entrar al Cielo te despojas de tu esencia ya que todos esos sentimientos son sentimientos válidos que forman parte de cada uno y que nos ayudan a construirnos como personas (a veces para bien y otras para mal). Tener un dinamismo emocional flexible y reaccionar a lo que nos ocurre o lo que les ocurre a los demás, tener empatía, ser capaz de ponernos en el lugar del otro y experimentar sus emociones es lo que nos hace humanos. Por tanto, si al ir al Cielo pierdes todo esto, tú nunca irás al Cielo. No sé qué irá, pero tú no, porque estás despojado de tu esencia o de parte de ella. Irá, de nuevo, una imagen artificial que ha perdido la capacidad de preocuparse por aquellos a los que quiere, y que es capaz de sentirse en paz aún contemplando como la persona que más quiere está viviendo un infierno. 

- Ejemplo tercero: Siguiendo con la creencia de que quienes están en el Cielo nos observan. Supongamos que A quiere mucho a B. B puede ser su hermano, su amigo, su pareja, etc. Da igual. Por supuesto, B también quiere muchísimo a A. Son personas muy importantes la una para la otra y, por tanto, sus almas compartirán el mismo cielo eternamente algún día. Sin embargo, A es una persona de principios muy fuertes y B hace algunas cosas en su vida que le oculta deliberadamente, porque sabe que si A se entera probablemente no volvería a dirigirle la palabra. Puede ser cualquier tipo de cosas. Corrupción, conductas sexuales, adulterios, etc. ¿Qué ocurre entonces cuando A muere y contempla todo lo que B quería ocultarle? Si el cielo es un lugar de paz, felicidad y gozo eterno, A no tendrá ningún pensamiento negativo hacia B al descubrirlo y cuando B muera estarán juntos en el Cielo. Pero eso es de nuevo el argumento del despojo, esto es, para que esto ocurra A ha sido despojado de sus principios, que tenían una cualidad definitoria, por tanto A ya no es A en tanto que ha perdido su esencia. En el caso de las personas que crean que en el Cielo sí se pueden experimentar las emociones negativas, caerán forzosamente, como en el primer caso, en el argumento del trasunto, ya que en el Cielo de A no estará presente B pero en el cielo de B, si está presente A, será una imagen irreal, no podría ser su alma. 

Ya hemos visto cómo es imposible que exista el Cielo tal y como es definido popularmente o, si existe, cómo es imposible acceder a él, dado que para ir tienes que dejar de ser tú y, si es así, por lógica, tú no vas al cielo. Vamos a ver un cuarto ejemplo que aúna los dos primeros y que también necesita del argumento del trasunto y del argumento del despojo, argumentos que, como ya se ha visto, para ser aplicados forzosamente niegan la definición popular del Cielo.

- Ejemplo cuarto: Tenemos a Clara, una huérfana que creció en un hospicio y no estableció un vínculo afectivo con ninguna de sus cuidadoras ni con el resto de huérfanos con los que se crió. La única persona con la que creó un vínculo afectivo fue con Andrés, a quien conoció a los 16 años y que se convirtió en su pareja. Clara y Andrés eran muy felices juntos. A los veintitrés años decidieron casarse y a los veinticinco tuvieron un hijo. Aquellos fueron, para Clara, los años más felices de su vida. Cuando el niño, a quien Clara quería con locura, tenía sólo cinco años de edad, la familia tuvo un fuerte accidente de carretera en el que Clara perdió la vida. 
Andrés y su hijo lo pasaron fatal, sobre todo Andrés, pues el hijo era aún pequeño en el momento del accidente. Pero los años fueron pasando y poco a poco se iban sobreponiendo a la pérdida. A los 34 años, Andrés conoció a otra persona con la que rehízo su vida. Se llamaba Juana. El hijo no tardó en llamarla mamá. Juana, Andrés y el hijo fueron felices el resto de su vida. 

¿Cuál es el cielo de Clara?

Mientras Andrés y su hijo seguían con vida ha contemplado todo su sufrimiento y todos los momentos malos de sus vidas y los ha padecido con ellos. Ha sufrido también, más allá de la empatía, viendo cómo Andrés se olvidaba de ella progresivamente con otra persona con la que mantenía relaciones y cómo su hijo iba formando vínculos afectivos con esa misma persona. Pero Juana no tiene culpa de nada. Por supuesto, Clara tampoco. Una vez todos vayan al Cielo ¿Estará Clara con las únicas dos personas que fueron importantes para ella? Seguramente no. ¿Debemos culpar a Juana? Tampoco. Y seguramente esta última certeza le provoque angustia a Clara durante toda la eternidad. 

Otros problemas

Más allá de los laberintos lógicos de la definición del Cielo que obligan a utilizar los subterfugios del trasunto y del despojo y que en sí mismos niegan el propio concepto del Cielo que hemos visto en los ejemplos existen otros problemas en el planteamiento del Cielo. 

- El problema de la edad: ¿Cómo están representadas las personas en ese Cielo del que se habla? ¿Están con su mejor edad? Si en una pareja uno de sus miembros considera que su mejor edad fue a los cuarenta años y el otro considera que fue a los quince ¿Se tratarán de la misma manera? ¿O en el Cielo tienen la misma edad que tenían al momento de morir? ¿No generará esto tristeza a algunas personas a las que les horrorizaba el aspecto que adquirieron con la edad?

- Alzheimer y más: Si una persona fallece tras quince años de Alzheimer ¿Recordará esos años perdidos una vez en el Cielo? ¿O seguirá teniendo Alzheimer en el Cielo? De tener, en el cielo, una mente completamente sana, implicaría que la mayoría de cosas como la identidad, los recuerdos, el afecto, las emociones, etc, no dependen de la mente sino que están intactas en el alma. ¿La esencia precede a la existencia, entonces? Lo dudo mucho. La psicología experimental ha demostrado una y otra vez los procesos fisiológicos observables que subyacen a todo eso. Lo mismo ocurriría, por ejemplo, con la esquizofrenia. ¿Una persona esquizofrénica que ha padecido la enfermedad desde su adolescencia dejaría de experimentarla en el Cielo? Pero ¿Cómo es eso posible, si todo lo que rodeó la enfermedad conformó su identidad?

Figura 2
- El cielo es eterno, pero las culturas cambian: Y ¿Qué pasa, por ejemplo, con el hombre de las cavernas? ¿Cómo podría extraerse felicidad de una eternidad de un hombre que no busca más que satisfacer el escalafón más bajo (y quizá algo del segundo escalafón más bajo) de la pirámide de Maslow (figura 2)? Y, por supuesto, todo ello está asegurado en el Cielo, pues no buscaban más que la supervivencia. Podían experimentar la alegría como emoción, pero la felicidad como estado eterno depende de una capacidad simbólica, lingüística y sobre todo cultural que no existía para ellos. ¿Acaso, a pesar de ser seres humanos, para ellos no existe el Cielo? 

No culparé a quien diga que todo lo que hay aquí escrito no tiene ningún sentido. Al fin y al cabo, como dice Saramago, la esperanza es como la sal. No alimenta, pero le da sabor al pan.