sábado, 22 de julio de 2017

Pequeño acto (de amor)

Un joven apuesto está de pie en mitad de una plaza. Tras él hay un banco donde descansa un hombre mayor. El otro banco está vacío. El joven parece muy excitado. Se acerca al borde del escenario e hincha sus pulmones antes de hablar.

EL JOVEN
(Al público)
Ni siquiera sé su nombre
pero una cosa sí es cierta:
de cuantas he conocido
es sin duda la más bella.
¡Cuán hipnótico resulta
el caminar de sus piernas!
¡Cuán intenso es el mirar
desde esos ojos de almendra!
¡Y cuán tiernos sus labios
cuando sueño que me besan!

EL VIEJO
¡Ah! Pareces bien prendado
de una bella jovenzuela.

EL JOVEN
(Sobresaltado por la intervención del viejo. Lo mira antes de hablar)

Yo diría enamorado.

(En ese momento la chica entra por el otro lado del escenario, el derecho. Se sienta en el otro banco y comienza a leer un libro)

                ¡Oh, es ella!
La quiero desque la vi
y mi corazón la anhela.
Y tal vez pregunte usted
¿Pues cómo, sin conocerla?
No es difícil de explicar,
lo entenderá usted al verla.
¿Cómo puede un corazón
soportar tanta belleza?

EL VIEJO
Por un motivo muy simple
no entiendo yo de belleza
y es que desde que nací
yo padezco de ceguera.

EL JOVEN
¿Cómo puede un corazón
soportar tanta tristeza?

EL VIEJO
Si bien es cierto que es duro
no es tan triste como piensas,
pues aunque todo esté oscuro
no me siento entre tinieblas
y no sufro así de vista
ningún engaño ni treta.

EL JOVEN
¿Y cómo me iba a engañar
mi vista, tan fija en ella?
¿Acaso no iba a saber
descubrir una careta?
¿Acaso es su pretensión
insultar mi inteligencia?

EL VIEJO
No dije yo que a tu vista
importancia no concedas,
pero tampoco te dejes
solamente guiar por ésta
y cometas el error de
juzgar por apariencias.

EL JOVEN
No sé por quién me ha tomado.
¡Voy a hablar con ella!

EL VIEJO
Que tengas suerte, muchacho.
Si no fuera como esperas
y quisieras un abrazo
Aquí estaré, a tu vera,
sin prisa alguna, sentado.

EL JOVEN
(Exasperado)
¡Pero cuánto desparpajo!
¿Por qué iba a rechazarme ella?
Soy un muchacho agraciado,
apuesto y con entereza.
Y aún así, si es que fracaso
¿Quién te ha nombrado albacea
de mi sueño hecho pedazos?
¿O es que eres la panacea
del corazón destrozado?
Viejo ciego, no te creas
que puedes darme un sermón.
¿Qué de ti la gente espera?
¿Qué sabes tú sobre amor?

EL VIEJO
Si al mirar buen uso dieras
habrías visto que en la mano
llevo anillo de casado
y desde antes que nacieras.

EL JOVEN
                Me marcho

EL VIEJO
                ¡Espera!

EL JOVEN
¿Qué quieres? Me estoy hartando.

EL VIEJO
¡Que muy buena suerte tengas!

El joven se dirige a la chica y se sienta a su lado, en el otro banco

EL JOVEN
¡Hola! Te vi aquí sentada
y he notado en mi interior
que algo intenso despertaba
y yo creo que es amor.

LA CHICA
(Cerrando el libro y mirándolo de arriba a abajo)
¿Sólo me amas con los ojos
o igual con el corazón?

EL JOVEN
Y también con los oídos
amo el timbre de tu voz.
¡Dime que también me quieres!
¡Dilo bien alto y marchémonos!

LA CHICA
Pero si no te conozco
¿Cómo iba a quererte yo?
Mis ojos sí que te han visto
pero mi corazón no.
Lo único que de ti sé
haciendo uso de razón
es que me has interrumpido
mientras leía un buen autor.
¡Cuánto te importa mi cuerpo
y cuán poco mi pasión!

La chica se levanta y camina con paso resuelto hasta desaparecer por el lado izquierdo del escenario. El joven la sigue, pero se detiene al lado del banco y, abatido, se sienta junto al viejo.

EL JOVEN
No lo entiendo ¿Qué ha pasado?
¿Me juzgó por la apariencia?

EL VIEJO
¡Oh, no! Todo lo contrario.
Quien no juzgó ha sido ella.
Se habría ido a tu lado, si
sólo por tu aspecto fuera.

EL JOVEN
¿Entonces todos debemos
 juzgar por apariencias?

EL VIEJO
O que ninguno las juzgue.
En ambos casos habrá amor:
En unos puede que dure (le pone al joven su anillo de casado delante de las narices)
y en otros puede que no.


Telón.



Manuel Murillo de las Heras