lunes, 14 de noviembre de 2016

Cómo ganar al "ahorcado"

Antes de nada, me gustaría aclarar que no he puesto el título de mi entrada en Google para ver qué encontraba, no he mirado qué hay ya escrito sobre esto, así que es probable que repita algo que ya se diga en otros blogs. Me la suda. 

Bueno, he de decir que a mí siempre me ha encantado el ahorcado. A estas alturas creo bastante prescindible el enrollarme explicando cómo se juega para los nuevos... Doy por hecho que todo el mundo sabe. No obstante, quisiera aclarar una cosa que algunas veces me ha causado disputas con quienes he jugado: Se juega con sustantivos. Nada de nombres propios, porque entonces el juego se hace tan difícil que se vuelve aburrido (Dostoievsky, Gatsby, Freud, Baudelaire, Tolstói...). Y tampoco es recomendable mezclar sustantivos o verbos. O una cosa o la otra. Bajo mi experiencia, los sustantivos son lo mejor. Los verbos son mucho lío e incluso puede haber malentendidos. 
La diversa y divertida conjugación del verbo "roer"



Bueno, vamos al meollo. Empezaré por ponerme en el lugar de la persona que escoge la palabra. El error de principiante más común es pensar que lo único que hace falta para ganar es coger una palabra larga y enrevesada, como esternocleidomastoideo, desoxirribonucleico u otorrinolaringología. MAL. ¿Por qué? Porque cuantas más letras haya, mayor es la probabilidad de decir una por puro azar. Yo también fui principiante hace tiempo y utilicé esternocleidomastoideo un montón de veces. Rara vez funcionaba. ¿Sabéis cuál es el sustantivo que más me ha funcionado?

Ñu, mi palabra favorita en el ahorcado

Ñu


Sí, dos letras. Y además una de ellas no acude con frecuencia a nuestra mente cuando jugamos al ahorcado. Maravilloso ¿Verdad?
Ése es el principal secreto. Pocas letras. ¡Ojo! No es lo mismo pocas letras que palabras cortas. ¿Por qué? Porque una palabra puede ser larga pero aún así tener pocas letras. Sobre todo si son vocales. Cuando jugamos al ahorcado siempre empezamos diciendo las vocales, así que hay que tener un especial cuidado con las vocales que escojamos. Por ejemplo, supongamos que cojo una palabra de ocho letras y decís la A. Y pongo esto:


A_a_a_ _a

Desconcertante ¿Verdad? Pocas palabras se sugieren con una única vocal. Ahora sólo quedan tres huecos, pero quedan 22 consonantes. Mientras tanto, yo me puedo reír mientras fallas una y otra vez. La palabra es Alabarda
Ahora imaginemos que cogemos una palabra con más vocales y empezáis diciéndolas todas. Porque siempre se empieza por las vocales. Y queda esto:


_u_ _ie_a_o

Faltan incluso más consonantes que en la palabra anterior, pero basta con pronunciarlo mentalmente para que murciélago te venga a la cabeza y, si no lo hace, a la primera consonante que aciertes ya vendrá la palabra entera. 

Esto respecto a las vocales. Cuantas menos vocales diferentes mejor. Da igual que la palabra tenga catorce vocales, si las catorce son la misma vocal. Ahora vamos a hablar de las consonantes. 

Seguro que hay por ahí algún gráfico donde sale la frecuencia de las vocales en la lengua española, pero paso de buscar. Os voy a hablar directamente de mi experiencia. A mí las letras que mejor me funcionan son: 

F, H (sobre todo cuando es muda), X, K, Ñ, Y (sobre todo cuando actúa como vocal), Q, Z, V, J y G (sobre todo cuando su fonema es el de la J). 

Por otro lado, las primeras que se suelen decir (sin tener en cuenta las vocales) son: C, M, R, S, T, P y D
La W ni la he mencionado porque esa es de cajón. La F quizá os extrañe, pero es cierto que la gente la dice poco. Cuando me di cuenta, comencé a utilizarla como un cabrón. Dicho esto, pondré como ejemplo algunas palabras sencillas (cuanto más sencillas sean más rabia le dará a tu oponente fallarlas, y cuanto más enrabiado esté más probabilidad habrá de que en su turno escoja palabras como esternocleidomastoideo) con las que les he dado más de un dolor de cabeza a mis amigos:

Ñu
Yo
Sol
Alabarda
Saxofón
Azahar
Viña
Hoy
Azafata
Heno
Coño (ésta es una risa, porque nadie la acierta y cuando lo ahorcas y pones la Ñ, tu adversario pone una cara que no tiene precio)
Querella
Arroz
Viaje
Kiosco
Perenne
Xilófono
Caña (Os aseguro que dirá la S y la J, y puede que hasta la Z)
Viejete
Buey
Araña
Dehesa
Azteca
Ahorro
Mequetrefe

En fin, podría seguir, pero creo que con estos ejemplos ya debéis de haber pillado cómo va el rollo. Palabras sencillas, con el menor número posible de vocales diferentes, y si una de las vocales es una Y, mucho mejor, e incluir las consonantes anteriormente mencionadas y también dobles consonantes como LL o RR

Por último, un malvado truco. Si nos dicen una vocal que tenga otra que se le parezca fonéticamente (como N y M) y nos dicen la correcta, iremos a apuntar directamente en el hueco y, en el último instante, con el lápiz sobre el papel, le haremos dudar de la siguiente manera:

-La N
(Vamos a poner la letra, chascando la lengua porque nos lo han acertado, y justo antes detenemos la mano y decimos):
-Espera... ¿Has dicho la M o la N?

No es un truco ni mucho menos infalible, pero a veces funciona. Funciona más cuanto más cerca esté el otro de perder. Se pone más nervioso. 

Un último consejo respecto al escribir las palabras: No escribas la primera que se te ocurra. Si es la primera que se te ocurre es porque es muy fácil que dicha palabra venga a la mente. 

Y bien ¿Qué ocurre si nos toca acertar la palabra? Aquí hay menos trucos, dependemos enteramente del ingenio del adversario. Yo recomiendo empezar por la vocal A, y si no tiene A recomiendo ir directamente a la U o a la I. ¿Por qué? Porque las vocales que tienen más frecuencia son las abiertas. Es posible que, si no tiene A, nos haya buscado una palabra rebuscada de bocales cerradas como "Intríngulis" o "Ruín". Parece que mi manera de pensar es enrevesada, pero parezca lo que parezca esta estrategia es la que siempre me ha dado buenos resultados. Y de las consonantes, empezar diciendo tres de las comunes (S, M y P, por ejemplo). Si ninguna de ellas nos da resultados, pasar a consonantes raras como Z o X. Si algo me dice la experiencia es que una persona poco ducha en el ahorcado no sólo no va a adivinar palabras que contengan la F o la H muda, sino que a la hora de elaborar palabras tampoco va a pensar en esas letras como letras difíciles de adivinar, por lo que, aunque lo sean, no os recomiendo que las busquéis si veis que quien juega contra vosotros no tiene mucha experiencia. La F, la H, la G y la J, como veis, son armas de doble filo. Mi último consejo cuando juguéis teniendo que acertar la palabra es, sobre todo, no perder nunca la calma y empezar a decir letras a lo loco. Una vez se tengan las vocales, pronunciar la palabra tal cual mentalmente unas cuantas veces y decir una consonante que pueda encajar. Si no funciona, probar otra que no sea parecida. Es decir, si no es la M, no pruebes inmediatamente con la N. Si no tienes ni idea, es mejor no ofuscarse en lo que has creído de primeras y probar cosas nuevas. 

Y creo que esto es todo. Espero que esta entrada os haya servido para ser más cabrones a la hora de utilizar un folio y un lápiz cuando falte un profesor. O cuando el profesor no haya faltado pero aun así os estéis aburriendo como ostras. 


Una última anotación. A mí no me gusta que mi adversario pierda siempre. Si quisiera hacerlo, sólo tendría que utilizar palabras que no conozca ni el tato y que incluyeran tan sólo una o dos consonantes de baja frecuencia, como Trashumancia, Enxundia, Oxímoron, Enálage, Felonía, Exégesis, Loor, Ojizarco, Hogaño, Biervo, Uxoricidio, Occiso, Apotropaico, Adlátere, Nefando... A mí me encantan ese tipo de palabras, porque me gusta mucho escribir y de vez en cuando me gusta colar alguna. Pero utilizarlas para ganar al ahorcado sería ser demasiado cabrón. Ganar siempre es aburrido. Lo que a mí me gusta es que mi oponente sufra, pero que de vez en cuando acierte... Pero que le cueste, sobretodo que lo haga cuando sólo queda una oportunidad. Bajo mi punto de vista, ésta es la manera más divertida de jugar. 

jueves, 1 de septiembre de 2016

Soledad compartida.

A un lado de la carretera, bajo el truculento sol estival, aún sigo pensando en ti. Tengo hambre, pero no pienso en comida. Tengo sed, pero no pienso en agua. Pienso en ti no porque quiera, sino porque no puedo evitarlo. Rememorarte evoca en mi mente recuerdos tan letíficos como infaustos.

El asfalto, caliente con la luz del medio día, hace arrastrar su ardor por la brisa muerta, subiendo a la altura de mi cabeza y provocando que hasta respirar me resulte un desafío. Aún así, sigo absorto en mis remembranzas. Hay un pensamiento muy reiterado. En concreto, es una pregunta. Mientras camino por el asfalto abrasador, quemándome la piel desnuda, no dejo de imaginarte delante de mí, mientras te hago esa pregunta con la mirada:

¿Por qué me has abandonado?

Yo te quería. Y te sigo queriendo. Y creo que siempre te lo he demostrado. Te decía que te quería cuando iba tras la pelota y te la traía de vuelta. Te lo decía cuando me pasaba un cuarto de hora saltando a tu alrededor cada vez que entrabas por la puerta de casa, aunque sólo hubieras estado fuera cinco minutos. Te lo decía cuando movía el rabo al oírte pronunciar mi nombre. Te lo decía cuando me pegabas y, a los pocos minutos, volvía a sentarme a tu lado. Y te lo digo ahora, que a pesar de que me has abandonado sigo sin poder controlar el meneo de mi cola al recordar tu voz. Y eso es lo más terrible de todo. Lo peor no es que me hayas abandonado; lo peor es que no soy capaz de odiarte a pesar de ello.

Si después de todo lo que he sufrido te viera aparecer al girar la carretera, aunque supiera que ibas a pegarme, aunque supiera que me ibas a abandonar de nuevo, no podría evitar lanzarme hacia ti para darte un abrazo, entre ladridos de alegría, y cubrirte el rostro a lametones una vez te hubiera alcanzado.

Los seres humanos tenéis una ventaja muy importante sobre nosotros: sois capaces de olvidar. Por eso sé que no estarás ahí cuando gire la carretera.

Y, como yo no soy capaz de enterrar nada en el olvido como siempre pude enterrar mis juguetes en la tierra, lo único que puedo hacer mientras me voy consumiendo poco a poco en este mundo hostil es pensar en ti.

***

Volvía del pueblo a la ciudad, caminando, cuando lo vi en lontananza al girar la carretera en uno de esos días en los que hace tanto calor que te preguntas, con esperanza, si morirás pronto. A él lo había echado de casa su familia y a mí el banco. Pero ambos compartíamos algo en común: No teníamos nada que compartir. Desde entonces, por esa razón, lo compartimos todo. 

Al ver mi silueta levantó el morro y arqueó las orejas, pero al fijarse mejor en mí volvió a bajar la vista y comenzó a caminar de nuevo, cabizbajo. Cuando pasé a su lado no volvió a mirarme. Su caminar era torpe, a ojos vistas estaba exhausto. Su lengua, reseca, le colgaba en apariencia inerte a un lado de la boca. Al ver su mirada perdida tuve la absurda impresión de que se encontraba sumido en sus propios pensamientos.  

Vertí un poco de agua de mi botella de 250ml en la concavidad de la palma de mi mano y le silbé. Nada más ver el brillo acudió de inmediato. Estuvo lamiéndome la mano aún cuando ya no quedaba nada de agua, impidiéndome verter más. Su collar me indicó que otrora había tenido dueño, probablemente alguien que en ese momento andaba muy lejos de allí. Alguien que ni siquiera se merecía las insulsas gotas de agua que aquel perro estaba lamiendo como si se tratara del sueño de su vida. Le di un poco más, y lo acaricié. Él me respondió con un ladrido. Os parecerá una tontería, pero juraría que con ese ladrido intentó decirme algo. Algo alegre, a juzgar por su tonalidad. Así fue como nos conocimos.


Hogaño nos limitamos a vivir como podemos, día a día. Yo toco la armónica en la calle, intercambiando notas por la buena voluntad de aquellas generosas personas que o bien se enamoran de la melodía o bien sienten lástima de mí. Cuando me alcanza el dinero, compro una barra de pan y le doy a él la mitad. Siempre se la come con calma, a mi lado, porque sabe que no se la voy a arrebatar.

De vez en cuando se sienta un poco alejado de mí y se queda contemplando, absorto, la esquina de la calle por la que no para de salir gente, cada uno con su propia vida y sus particulares problemas. Aunque han pasado años, sigue haciéndolo todos los días. Como si esperase a alguien, como si aguardara que después de tanto tiempo una persona a quien aún no ha olvidado fuese a aparecer por esa esquina y a dirigirse a él, para llevarlo de nuevo a una vida con unos problemas seguramente muy distintos a los que tenía la mía.

En esos momentos lo llamo con un silbido y él acude a mí sin dudarlo dos veces, meneando el rabo, y se sienta a mi lado lo suficientemente cerca como para que lo pueda abrazar.

En esos instantes, a pesar de que lo que tenga en el bolsillo no me llegue ni para comprar otra barra de pan, me siento rico.

martes, 9 de agosto de 2016

Sobre la crítica a los jugadores de Pokémon Go.

Hola ¿Qué tal? Al habla Mfoaf. He decidido abrir un nuevo blog porque no quería grabarme hablándole a la cámara y esto que quiero decir no tiene cabida coherente en ninguno de mis otros blogs. Así que aquí estamos. 
Lo primero de todo: Esta entrada, si bien está orientada a que la lea todo el mundo, está especialmente dedicada a los detractores de los jugadores de Pokémon Go. No voy a defender el juego, no es ésta mi pretensión. Sólo voy a ofrecer una opinión de la exagerada aversión que parece generar. 
Hay cientos de imágenes que pululan por Facebook y por Instagram que rezan cosas tales como "Deja el Pokémon Go y busca trabajo" en el mejor y más respetuoso de los casos. Seguro que estáis hartas de verlas, y no voy a malgastar vuestro circunscrito tiempo en que las leáis todas de nuevo. Pero sí quiero poner ejemplos de otras opiniones donde la gente da la cara públicamente y habla con su voz. Por desgracia, Carlos Herrera y Bertín Osborne, nuestros más quijotescos paladines del intelectualismo nacional, no parecen haberse pronunciado aún sobre el tema. Pero uno de los grandes jinetes del cuñadismo, Álvaro Ojeda, sí que lo ha hecho. Gracias, Álvaro, como siempre, por tu opinión. 


Bueno, para empezar tenemos a este hombre (creo, porque distorsiona su voz en el vídeo), quien se pasa el primer minuto del vídeo y gran parte del resto repitiendo "¿Estamos tontos o qué? ¿Estamos tontos o qué? ¿Estamos gilipollas o qué nos pasa? España es un lugar de gilipollas. ¿Estamos tontos o qué? Esta aplicación es gilipollas y quien la utiliza se convierte en gilipollas extremo. ¿Estamos tontos o qué? ¿Estamos tontos o qué?" Y, por supuesto, también dice que la gente tendría que estar buscando trabajo en vez de jugar a esto. Es como comer chicle y caminar, son dos cosas incompatibles que no se pueden hacer a la vez, parece. En fin, vamos con el siguiente. 


Como no podía ser de otra manera, un señor mayor como tantos otros que nos encontramos en nuestra vida, amantes de telecinco y de la prensa sensacionalista en general, nos insulta con gran desparpajo en este vídeo (Cabrones, entre otros términos peyorativos), y nos insta con ayuda de ademanes de la mano, una vez más, a que nos pongamos a buscar trabajo de una vez y dejemos de buscar pokémons. Gracias por su consejo, señor, es la primera vez que lo oigo. 


Esta chica comienza su vídeo diciendo algo que me encanta: "El mundo se ha vuelto loco. Antes veías a la gente pasando el verano en la piscina o comiéndose un helado, de esos que se te derriten antes de acabarlo. Ahora no. Todo eso ha cambiado. [...] la gente seguirá necesitando horas para cumplir su cometido: Capturar pokémon". Estoy de acuerdo con su opinión hasta cuando menciona a los pokémon. Como si el estar pegado a una pantalla en el verano fuera una primicia. El siglo XX terminó hace 16 años. Los padres llevan ya lustros comprándole a sus hijos tablets en vez de balones y bicicletas, y dejándolos pegados delante del televisor en lugar de sacarlos a la calle. Muchos años. Llegas un poco tarde para lamentarte de que la gente use la tecnología en verano, amiga. 


También me encanta la perla que suelta este tío antes de ponerse a criticar al juego y a sus jugadores: "Que a alguien le guste una puta mierda no lo convierte en una persona de mierda -empezabas bien, colega, pero tuviste que seguir-, quizá le convierta en una persona de mierda no reconocer que sus gustos son una mierda y que en su narcisismo esa persona crea que todo lo que hace es de un nivel elevado". Una frase que se convierte por su propio peso en el súmmum de la ironía. Lo siento, pero te has tirado unas piedras muy grandes contra tu propio tejado. Porque una persona se convierte en una persona de mierda cuando esa persona cree que todo lo que hace es de un nivel elevado. De un nivel elevado, como tu incuestionable opinión ¿Verdad? Que si tú dices que Pokémon Go es una puta mierda, es que es una puta mierda y no hay más que hablar. De gustos no había nada escrito hasta que hiciste ese vídeo. Coño ya. 


Y, cómo no, Álvaro Ojeda. Este vídeo es una antológica colección de perlas tales como: "La gente está agilipollada. La gente está agilipollada", "A esa edad yo estaba tirándome a to lo que se menea, y si no había tías estaba en mi casa haciéndome una paja", "está la orilla llena de gilipollas y la playa llena de gilipollas cogiendo pokémon", y demás cosas que pueden resumirse en que pudiendo tirarte a tías o estar haciéndote pajas ¿Por qué estás jugando al pokémon? Pues yo que sé, Álvaro, resulta que la gente decide lo que quiere hacer con su tiempo libre. Algunos deciden jugar a un juego del móvil, otros deciden grabarse en vídeo insultando gratuitamente a personas que no conoce. 

Seguramente, además de estos vídeos y de imágenes y textos en Facebook (Quien dedica su tiempo a navegar en facebook no tiene ningún problema en la sociedad, por supuesto), también los jugadores de Pokémon Go se hayan visto en situaciones incómodas al soportar la opinión de sus familiares. Yo tengo la aplicación, pero no la utilizo casi nunca porque vivo en una zona bastante apartada y no hay nada, y cuando salgo prefiero utilizar el móvil para escuchar música. Pero por el sólo hecho de tener la aplicación en el móvil y hacer comentarios de vez en cuando ya he oído cosas como "Madre mía, con la edad que tienes ya", "No serás tú otro de esos retrasados que van por ahí buscando pokémon", y un amplio etcétera. 

No entiendo esta aversión, de todo el mundo, hacia esta nueva moda. Me parece de lo más irracional, por lo que explico a continuación.

La crítica global se basa en dos cosas, siempre:

  • La gente, con la edad que tiene, jugando al pokémon.
  • La gente, en vez de buscar trabajo, jugando al pokémon. 

Respecto a la primera: Incluso he visto decir eso a personas que comparten frases como "Un adulto creativo es un niño que sobrevivió" y cosas así. ¿Quién nos ha nombrado jueces de cómo los demás deciden pasar su tiempo de ocio? ¿Por qué a la peña le importa tanto cómo personas a quienes no conocen pasan el rato? Es horrible que salgan a la calle y queden con amigos para pasear juntos mientras juegan a una aplicación móvil. Es casi tan horrible como ir por la calle matando bebés y bebiendo su sangre. Es denunciable. ¡Esa persona está pasándoselo bien sin molestar a nadie! ¡Yo no me divierto de la misma forma que ella, por tanto está haciendo algo equivocado! ¡Llamad a la policía, me perturba!

Respecto a la segunda, básicamente se anula de la misma manera que la primera: ¿Es que una aplicación del móvil y buscar trabajo es algo absoluta e irremediablemente incompatible? Hay gente que está trabajando y en su tiempo libre juega al pokémon. Hay gente que está estudiando y en su tiempo libre juega al pokémon. Y otra gente que también juega y busca trabajo ¿Sabéis por qué? Porque el pokémon te chupa la batería del móvil en tres cuartos de hora, así que tienes veintitrés horas y media más de día para mirar infojobs.net. 

¿A qué viene tanta animadversión por lo que la gente decide hacer con su ocio cuando lo dedican concretamente a esto? No veo a nadie criticar al nivel que alcanzan las críticas de Pokémon Go a la gente que se pasa horas y horas en Facebook, horas probando filtros en Instagram, horas haciéndose fotos en Snapchat, tardes enteras viendo capítulos de Juego de Tronos o Walking Dead, tardes enteras frente al ordenador viendo vídeos de Dalas Review, de Auronplay o del Rubius, o personas que ya son bien mayorcicas y en vez de estar las 24 horas del día trabajando como personas maduras cuando termina su jornada laboral se ponen a ver telecinco, o cualquier película en Netflix, o a jugar al Call of Duty o al Fifa o al WOW, o a leer un libro de ficción que no va a aportar nada útil a su vida porque no es un libro de finanzas ¿No? 

Todas estas cosas son el opio del pueblo, claro que sí, ya no lo es la religión. Pero ¿Por qué tantísimo odio a las personas que consumen un tipo de opio y ninguno al resto? No estoy diciendo que debamos criticar como hienas a todo el mundo. Todo lo contrario. Cada cual decide qué hacer con su tiempo libre y no tiene que rendirle cuentas absolutamente a nadie. La próxima vez que estés viendo un vídeo en youtube sobre cómo la gente busca pokémons en lugar de estar trabajando o leas en facebook una foto graciosa que ridiculiza a los jugadores de pokémon go que están cazando pokémon como gilipollas en vez de estar trabajando, pregúntate a ti mismo por qué estás viendo un vídeo en youtube o por qué estás navegando en facebook en lugar de buscar trabajo.