He de reconocer que no se me da bien echar de menos.
El verano ya se ha ido, llevándose tantas cosas con él... recuerdas, recuerdas
la playa, el aire lleno de salitre y promesas oscuras que se desvanecían con un
beso aderezado en un quizá. A ti nunca te bastó con escribir poesía, siempre
quisiste serla. Y ahora, en este parque los dos, las hojas duras de oro
crujiendo bajo nuestros pies, una tácita advertencia amarga, una llamada de
atención, una petición egoísta del otoño exigiendo el deletéreo olvido de un
paisaje azul y blanco horadado por la miel de tu cuerpo atezado bajo el sol... hoy
todo es ayer y nada es mañana.
Pero no, no, no. Porque sigues a mi lado y ¿Ves esa
hoja caer? Es de las últimas que quedan en el árbol. Sí. Y qué temprano se va
poniendo el sol ahora ¿verdad? cada vez duran menos las tardes.
¿Cómo era eso que decías en la arena? Ah, sí, decías
que la vida era como un gran aforismo que nunca alcanzábamos a comprender del
todo. A veces cazabas mariposas y, otras, te gustaba cazar verdades. A mí
también me gusta atesorarlas. Es verdad que el ocaso llega todos los días pero
también es verdad que siempre vuelve a llegar el alba. Es verdad que un final
feliz es sólo un oxímoron aliterado y que tal vez un final triste sea una
tautología, pero también es verdad que se puede encontrar el amor en Roma
aunque sea lo contrario. Es verdad que lo primero que se pierde es la ausencia
y lo último que se pierde es la presencia. Y es verdad que tú en mis brazos, y
mis labios en los tuyos, y nuestro beso en el recuerdo y en mis recuerdos tú. Es
verdad que ya va haciendo frío, que deberíamos volver a casa ¿No?
¿No?
Lo que no es verdad...
Giro la cabeza y te busco con la mirada.
A veces me gusta imaginar que aún caminas a mi lado
y le hablo así a tu ausencia.
#AmoresDeVerano